
Pero el enamoramiento no es real, es sólo virtual. Te enamoras de alguien a quien aún no conoces y pones en ese alguien todo tipo de virtudes y perfecciones. Te montas la película que más te
gusta. Los mecanismos psicológicos que se ponen en juego se llaman 'Proyección' e 'Idealización'. Es como el cine, la persona amada es la pantalla sobre la que proyecto todos mis ideales. Me enamoro de mi ideal, de algo mío, de algo que sigue siendo 'yo'.
El tiempo acaba con el enamoramiento si los enamorados están juntos y se van conociendo. Puedo idealizar a quien no conozco apenas, pero a quien ya conozco puedo admirarle, quererle, valorarle; o por el contrario despreciarle, rechazarle e incluso odiarle. De una u otra manera, el conocimiento destruye el espejismo. Lo que parecía eterno se descubre como efímero. El enamoramiento da paso en la mayoría de las ocasiones al desamor, que puede tomar muchas formas. Afortunadamente, en algunas ocasiones, cuando acaba el enamoramiento comienza el amor. Solo se puede amar aquello que se conoce y se quiere. En el amor hay menos emoción y menos pasión que en el enamoramiento, pero es más estable, más real, más verdad.
Por todo lo antedicho soy partidario de los noviazgos largos, lo suficientemente largos como para dar tiempo a que se pase la locura. En definitiva, y aunque te parezca paradójico, nunca te cases enamorado.